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#71 El Agro Chileno Después de 1973: Expansión Capitalista y Campesinización Pauperizante

By Jaime Crispi Soler

El sector agrícola ha tenido profundas transformaciones en los últimos 15 años. Entre 1965 y 1973 se destruyó el latifundio y se construyó un fuerte movimiento campesino que logró un cierto acceso a la tierra y se hizo un espacio en el contexto político social del país.

Despues de 1973, la agricultura fue inscripta en el nuevo patrón de acumulación que se instauró en Chile. Las acciones emprendidas por el aparato del estado impulsaron la re-estructuración del sector. Este aparato actuó a traves de la ideología de las ventajas comparativas y de la competencia; de la implementación de un conjunto de medidas administrativas explícitamente discriminatorias en favor de la empresa agrícola capitalista, y de una política que bajo la apariencia de la imparcialidad fomenta la concentración.

Como consecuencia de estas acciones en el agro chileno se han producido profundas transformaciones que se sintetizan en dos procesos complementarios. Por una parte se observa una expansión diferenciada del capitalismo en el campo. Los polos mas dinámicos son la fruticultura en la zona central, la forestación, y la ganaderia. Sin embargo, en las zonas productoras de cereales y de otros cultivos tradicionales, el capital encuentra dificultades para organizar un proceso productivo que permita realizar una renta acorde con la de aquellas actividades de punta. En todo caso, lo dominante es la tendencia a la purificación de la relación capital--trabajo que se va desprendiendo de sus rasgos precapitalistas. Los trabajadores permanentes han disminuido significativamente, mientras que el trabajo temporal adquiere gran importancia en las actividades mas dinámicas.

El segundo proceso es la campesinización pauperizante. Este concepto capta la ampliación del número de unidades campesinas que están operando en el pais y los bajísimos niveles de excedentes que cada una de ellas obtiene en sus parcelas. Esto determina que el tipo dominante de campesino haya intensificado la producción de sus cultivos tradicionales--papas, porotos, maíz, etc.,--y que necesariamente tenga que vender una parte de fuerza de trabajo familiar fuera de su explotación, para completar un nivel de ingresos que le permita sobrevivir.

La complementariedad del proceso de campesinización pauperizante a la expansión capitalista es evidente. Las unidades campesinas son obligadas a mantener un nivel de producción de alimentos básicos, de los cuales las empresas comerciales huyen por su baja rentabilidad. Es decir, están produciendo alimentos baratos para el resto de las actividades productivas, lo cual es básico para mantener la ventaja comparativa que representan los bajos salarios de Chile. Pero además, las unidades campesinas mantienen la mayoría de la fuerza de trabajo que requiera la expansión de las empresas capitalistas que, especialmente en el caso de la fruticultura, operan con una fuerte estacionalidad en el empleo.

Sin embargo, las contradicciones que implica un proceso de acumulación basado en esta dinámica pauperizante también son muy fuertes. En lo esencial, implica que el debe mantenerse en el tiempo y por consiguiente las posibilidades de mejoramiento en los niveles de vida del campesino, no se perciben coma producto del asentamiento del modelo. A su vez, esto hace pensar que cualquier discusión sería de la democracia, pasa por encontrar un estilo de desarrollo agrícola que permita que las grandes masas rurales tengan niveles dignos de vida.

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