Los claroscuros de la presidencia de Arturo Zaldívar
Este 31 de diciembre finalizará su periodo como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal el ministro Arturo Zaldívar, quien, sin duda, fue un presidente muy distinto a sus predecesores.
Recordemos que fue el primer presidente de ambas instituciones que no era de carrera judicial. Sin duda, esta característica le permitió mayor libertad a la hora de analizar el poder judicial y pensar cómo mejorar su funcionamiento. Tuvo el valor de reconocer que el nepotismo era un problema generalizado y que existían casos de corrupción al interior de la institución, y buscó implementar medidas para prevenir y corregir estos problemas. Sin embargo, esto, aunado a su falta de reacción pública ante las repetidas descalificaciones de la labor de los juzgadores, en particular por parte del Ejecutivo Federal, le valieron la enemistad de muchos funcionarios del Poder Judicial Federal, quienes se sintieron traicionados.
Otra de las particularidades del presidente Zaldívar es que intentó acercarse a la ciudadanía, mediante una política de comunicación proactiva. No solamente empezó a realizar conferencias de prensa, las cuales se volvieron mensuales a partir de septiembre de 2021, sino que le dio una nueva imagen –y hasta un nuevo nombre, Justicia TV– al Canal Judicial, e impulsó un aire fresco a su programación, contratando a jóvenes conductores. Esta búsqueda de nuevas audiencias también se vio reflejada en la incursión del ministro Zaldívar al universo de TikTok.
Desafortunadamente estos esfuerzos de comunicación no se acompañaron de una política de mejora de la transparencia de la Suprema Corte o del Consejo de la Judicatura Federal, que permitiera ampliar la rendición de cuentas de ambas instituciones, pese a que fueron puntos que el mismo ministro Zaldívar incluyó en el plan de trabajo que presentó a sus compañeros ministros cuando aspiraba a la presidencia.
Por otra parte, si bien es acertado que le Poder Judicial de la Federación intente acortar la distancia que tradicionalmente existe con los ciudadanos –quienes a menudo no entienden cuáles son sus funciones–, una crítica que surgió fue que esta comunicación estaba demasiado centrada en la persona del presidente, quien parece apreciar los reflectores.
Este papel protagónico del ministro presidente también se vio reflejado en la manera en que impulsó una reforma judicial, sin consultar a los demás ministros y ministras, como él mismo lo reconoció.
Vale la pena recordar que los reiterados ataques del presidente Andrés Manuel López Obrador a los juzgadores de todos los niveles por lo que considera son sus sueldos excesivos y las decisiones en contra de su gobierno despertaron la creatividad de los legisladores de todos los partidos, quienes presentaron una avalancha de iniciativas legislativas sin diagnóstico basado en evidencia, la mayoría de las cuales, bajo el pretexto de combatir el nepotismo y la corrupción al interior del Poder Judicial Federal, ponían en riesgo la independencia del Judicial frente a los otros Poderes. En este contexto, Zaldívar, quien reconoció públicamente su cercanía con el presidente de la República, logró convencerlo de que lo dejara proponer su propia iniciativa de reforma, la cual se aprobó, dejando en el olvido las otras iniciativas.
Esta reforma tiene aspectos positivos, al perennizar algunas medidas internas que el presidente Zaldívar había implementado para fomentar la paridad de género al interior del Poder Judicial Federal, combatir el acoso sexual, erradicar el nepotismo, consolidar la carrera judicial y ampliar el acceso a la justicia mediante el fortalecimiento y la profesionalización del Instituto Federal de Defensoría Pública.
Sin embargo, también concentra más poder en las manos del presidente de la Suprema Corte y del Consejo de la Judicatura e impone más controles sobre los juzgadores inferiores, poniendo en riesgo la independencia de éstos con respecto a la jerarquía.
Si bien el ministro Zaldívar sostuvo que esta reforma era “la más importante en casi 30 años” y que daba lugar a un Nuevo Poder Judicial Federal, su aprobación en el Senado el 15 de abril de 2921 fue opacada por la inclusión, al último momento, de un artículo transitorio, que preveía que el mandato de los Consejeros de la Judicatura y del Presidente se ampliara dos años. Este artículo fue impugnado y finalmente declarado inconstitucional el 16 de noviembre de 2021, pero muchos reprocharon al Presidente Zaldívar –normalmente siempre dispuesto a comunicar– su largo silencio sobre el mismo, pues se esperó más de tres meses para anunciar que no aceptaría mantenerse en el cargo.
La simpatía del ministro Zaldívar con el proyecto presidencial también se vio reflejada en algunas de sus decisiones en el Pleno de la Suprema Corte. Por ejemplo, cuando el Presidente de la República propuso una consulta popular para determinar si sus predecesores debían ser perseguidos por la justicia, en lugar de que la Corte declarara que la pregunta no era materia de una consulta popular (ya que le corresponde en todo caso a la Fiscalía determinar, con base en investigaciones y posibles evidencias, si existen bases para enjuiciar a los exmandatarios), el ministro Zaldívar propuso modificar la redacción de la pregunta volviéndola poco comprensible, pero mantener la consulta que le importaba tanto al titular del Ejecutivo.
En otra ocasión, cuando se discutió un proyecto de sentencia relativo a la Ley de Industria Eléctrica –otro tema muy importante para el Presidente López Obrador–, el ministro Zaldívar condujo el debate de manera inusual y contabilizó los votos de tal modo que no se declarara improcedente la norma.
Finalmente, algunos asuntos de mucha relevancia para el Poder Ejecutivo –en particular algunos sobre militarización– tardaron mucho en resolverse o todavía no se han resuelto, lo que generó críticas hacia el Presidente de la Corte, quien tiene la facultad de establecer la agenda de los temas que se discuten en el Pleno del máximo tribunal del país.
Por su parte, el presidente Zaldívar argumentó que esta agenda la construyó para permitir que la Corte tome una serie de decisiones garantistas de gran trascendencia. Y ciertamente, se tomaron resoluciones que establecen que no se puede castigar con cárcel a las mujeres que abortan, que autorizan el uso lúdico de la marihuana o que consolidaron el matrimonio de personas del mismo sexo.
La presidencia de Arturo Zaldívar se caracterizó entonces por una serie de claroscuros. Solamente nos queda esperar que quien lo sustituya en este cargo tan relevante el próximo 2 de enero tenga más claros que oscuros.
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