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ENTRE EL ÁGUILA Y EL DRAGÓN
Luis Miguel Hincapie

Panamá históricamente ha tenido una posición geográfica que lo ha convertido en un país al servicio de las naciones y de sus ciudadanos. Desde que los colonizadores visitaron el istmo por primera vez entendieron que, para el beneficio del mundo, la posición del pequeño territorio de América jugaría un rol importante, especialmente para el comercio, y no se equivocaron. Desde las primeras ferias comerciales, pasando por la construcción del ferrocarril, la fiebre del oro en California, hasta llegar a la construcción del canal interoceánico, todo ha tenido como eje al istmo de Panamá.

Por esa ventaja que da esa posición histórica, Panamá se encuentra hoy, sin quererlo, entre dos gigantes que se embarcan en una disputa que amenaza el comercio mundial. Para Panamá no representa solamente una amenaza en lo comercial, el país está en el medio de una silenciosa disputa por su posición geográfica estratégica. Por un lado, esta Estados Unidos, aliado histórico de Panamá y Latinoamérica, pero que ha diferido su política exterior del continente hacia otras regiones y por el otro, China, que al contrario, ha visto en América Latina una región estratégica y económicamente importante.

Y es que el estar al servicio del mundo ha hecho que Panamá haya servido de país estratégico para terceros que han visto en el país centroamericano una ventaja, ya sea por su posición geográficamente favorable, su dolarización, su seguridad y su pujante economía de servicios, especialmente por el Canal de Panamá. Pero Panamá también ha sabido aprovechar esto a su favor. Hace poco más de dos años Panamá estableció relaciones diplomáticas con China, la segunda potencia económica del mudo, poniendo así fin a años de reconocer a Taiwán, adoptando con ello el principio de una sola China. Una tarea para muchos pendiente pues el país había tratado, sin mayor éxito y en más de un gobierno, hacer los acercamientos con el gigante asiático. Desde ese entonces, Panamá busco obtener el mayor provecho a esa nueva relación, firmando más de 40 acuerdos con China, acuerdos de cooperación en materia política, de educación, turismo, seguridad, hasta la negociación de un tratado de libre comercio que aún no finaliza. Estos acuerdos lo que buscaban era atraer la inversión China y que Panamá sirviese de puerta de entrada para el resto de Latinoamérica.

Mucho se ha hablado de esta apertura diplomática que a la larga termina siendo mucho más que eso; recientemente un alto funcionario del gobierno americano afirmó en una entrevista a un medio panameño que para Panamá la relación con China es “mucha espuma y poco chocolate”, quizás refiriéndose a la cantidad de acuerdos firmados o quizás a la ahora visible presencia de China en el istmo. El tiempo se encargará de juzgar si los acuerdos traen beneficios o no a Panamá. Los resultados hasta ahora vistos, aunque pequeños, muestran que el país no se ha equivocado y un ejemplo son las exportaciones de piña, cobia y carne que ya han tocado suelo chino.

¿Es realmente China una amenaza para Panamá? La respuesta es no. Es un reto, pero no una amenaza. China es para Panamá el primer importador de productos para la zona libre de Colon con aproximadamente el 35% de las importaciones provenientes del país asiático, y es además el segundo mayor usuario del Canal de Panamá. Una vez establecidas las relaciones se ha podido ver un interés real de empresas de poner un pie en Panamá, como por ejemplo las más de diez empresas chinas establecidas bajo la ley de sedes de empresas multinacionales que le otorga a esas empresas una ubicación estratégica como ninguna en Latinoamérica, conectividad aérea, marítima y terrestre, beneficios fiscales y laborales entre otros. Panamá tiene que aprovechar todas estas ventajas y posicionarse ante China como el mayor proveedor de servicios de la región.

El interés de china hacia Latinoamérica es evidente, y ha venido creciendo en los últimos años. Según los chinos, su desarrollo no puede ser posible sin el desarrollo de otros países, por ello, sus esfuerzos por lograr ser una sociedad más prospera para el año 2020 y una sociedad desarrollada para el 2035 han hecho que China ponga más atención en la región. Pero esto no es necesariamente un interés de una sola vía; la gran mayoría de países de Latinoamérica tienen también un interés en acercarse a China. China es para muchos países de la región su segundo socio comercial, y en algunos su primero, con lo cual ese acercamiento, a todos los niveles es importante para el desarrollo de los países latinoamericanos.

Volvamos a la encrucijada Panamá. En los últimos años la política exterior americana ha volcado sus esfuerzos a otras regiones, algo que China ha sabido sacarle provecho acercándose a los países del continente, primero de forma diplomática, como fue el caso de Panamá, República Dominicana y El Salvador, para luego buscar inversiones que les permita tener presencia. Estados Unidos debe mirar nuevamente a sus aliados históricos y promover el acercamiento con los países de Latinoamérica. Requiere promover e impulsar inversión americana en los países, continuar de manera cercana la cooperación en materia de seguridad, y fortalecer lazos políticos. China no le interesa tener una influencia política en Latinoamérica, le interesa promover intercambios comerciales.

Debemos seguir fortaleciendo los lazos con China. El gobierno anterior dejo la semilla sembrada y ahora el actual debe regarla y cosechar los frutos de una relación fortalecida. La idea siempre fue y seguirá siendo que Panamá sea la entrada a Latinoamérica para el gigante asiático y está en nosotros aprovechar esa oportunidad sin dejar a un lado a nuestros aliados históricos. De no hacerlo, estaríamos desperdiciando una oportunidad que por mucho tiempo estuvimos buscando.

Luis Miguel Hincapie es miembro de la firma de abogados panameña Morgan & Morgan de la cual forma parte desde 2003 y es socio desde 2012. Fue Viceministro de Relaciones Exteriores (2014-2019), Viceministro de Trabajo (2011) y Viceministro de Gobierno (2010-2011) de la República de Panamá. Fue invitado a participar en el Foro de Jóvenes Líderes de América Latina por la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el Instituto Brookings en Washington, DC (2011) y en el Foro de Líderes Emergentes de Mercados Emergentes en Singapur (2012). En el Ministerio de Relaciones Exteriores, fue el responsable de la defensa de la imagen del país a nivel internacional en materia fiscal ante las Naciones Unidas, la Comisión Europea, la OCDE, la GAFI y a nivel bilateral con más de 20 países. Lideró la coordinación de eventos que posicionaron positivamente al país, entre ellos la Cumbre de las Américas en el 2015, en donde se logró el histórico encuentro entre los presidentes de Cuba y los Estados Unidos, la Ampliación del Canal de Panamá en el 2016 y la Jornada Mundial de la Juventud en el 2019. Fue designado como embajador del Objetivo de Desarrollo Sostenible Cinco (ODS) en igualdad de género. Ha participado en diferentes foros como invitado en temas relacionados a la Crisis de Venezuela, la Integración y el desarrollo de la región Centroamericana, así como foros relacionados a la participación de la mujer en la política, la vida pública y la igualdad de género. Obtuvo su Licenciatura en Marketing en la Universidad Saint Joseph’s en Filadelfia, Pennsylvania, Estados Unidos y la Licenciatura en Derecho en la Universidad Santa María La Antigua en la República de Panamá. Obtuvo su Maestría en Ciencias de la Gestión Profesional de la Universidad de Miami, Florida en los Estados Unidos. 

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